lunes, 5 de agosto de 2013

DAR MÁS

       "Creo que he aprendido que la mejor manera de levantarse uno mismo es ayudar a otra persona."
Booker Washington

"Ama a tu prójimo como a ti mismo."
Mateo, 22:39
   
   Uno de los pasos que siempre me marqué en mi liberación del toc es ayudar de algún modo a los demás.  
   Contando mi historia a través de mi DIARIO DE UN TOC, compartiendo mis vivencias y mis avances con otros tocados, quiero creer que puedo ayudar a otros en su propio proceso de algún modo o quizá inspirarles en su lucha diaria a seguir adelante. Aunque fuera sólo a uno, ya me daría por satisfecho. 
   Contar mi historia es muy importante para mi. Por eso, escribí un guión de largometraje inspirado en mi propia historia (un actor con trastorno obsesivo-compulsivo) y estoy trabajando desde hace tiempo en la novela basada en ese guión, que verá la luz dentro de poco. Sueño con que cuando esa novela se haga realidad la lea mucha mucha gente para -así- facilitar el proceso de venta del guión y la transformación de éste en una película, ya que eso haría llegar la historia a mucha más gente. 
   Todo es un sueño por ahora. Quizá un sueño infantil. Pero pienso humildemente que mi historia podría de alguna manera ayudar a muchos. Quizá facilitar que muchos tocados se den cuenta de que son absolutamente capaces de vencer este trastorno. Quizá motivarles a poner toda la carne en el asador con la determinación y la valentía suficientes para conseguirlo. Quién sabe...
   El caso es que una de las cosas que siempre quise hacer en este proceso es hacer algún tipo de voluntariado. A veces estás buscando las cosas durante mucho tiempo y cuando dejas de buscar aparecen solas. A través de una nueva amiga, que es voluntaria en una fundación, me enteré de que buscaban voluntarios para jugar con niños hospitalizados. Es precisamente algo que siempre quise hacer. Llevar alegría a los niños que están pasando por una situación difícil. Así que allí que me fui. 
   Ya llevo tres viernes yendo a estar con ellos. Sólo dos horas y media, ya ves, casi nada y, sin embargo, siento que aporto algo bueno. Jugar con ellos, ayudarles a olvidar un poco durante un rato los pinchazos, las pastillas y las máquinas, es extremadamente gratificante. Pero me doy cuenta de que, al mismo tiempo, yo olvido mis propias preocupaciones y las obsesiones quedan relegadas a un sitio cada vez más chiquitito de mi cerebro.  Me doy cuenta (una vez más) de que cuando ayudas a los demás, te estás ayudando a ti mismo. 

   
   Como se dice al final de este maravilloso vídeo, "if you give a little love, you can get a little love of your own". 
   Creo firmemente que cuando esté en mi lecho de muerte, espero que dentro de mucho mucho tiempo, mi alma sonreirá si tiene la certeza de haber ayudado a alguien. Pues, ¿hay un mayor sentido que le podamos dar a nuestra existencia que el de ayudar a los demás?